En una tarde de verano,
en algún lugar de la ciudad,
en una cafetería normal,
en un día de rutina
te ví y me capturaste.
Tenías un aire misterioso,
y una mirada melancólica
que tratabas de camuflar
con una bella sonrisa sin alma.
Tenías muchas historias que contar
y nadie con quien hablar.
Poco a poco te marchitaste en tu soledad,
pediste ese brillo deslumbrante,
la falta de cariño consumía
la hermosa mujer que eras.
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