Era una tarde fría en las calles de París, un hombre se encuentra sentado en una pequeña cafetería, tiene una expresión vacía, está aburrido de la monotonía.
Cada día es la misma rutina; despertar, ir al trabajo, camino a casa pasar a tomarse un café a la misma cafetería para luego terminar su día sin emoción alguna.
Un día mientras está en la cafetería tomando su café, aparece una mujer misteriosa, lleva un vestido negro que la hace lucir hermosa,
pero tiene una mirada perdida y llena de tristeza, las lágrimas corren por sus mejillas mientras ella toma asiento en una de las sillas de la cafetería.
Él no puede apartar la mirada, ella le parece hermosa, se pregunta por qué llora, ella toma su café mientras limpia las lágrimas.
Él hombre no puede entender el dolor que siente al verla así, siente que se le parte el alma, no puede dejar de verla, quiere hablarle,
pero se reprime, está inmóvil, lo único que puede hacer es verla mientras toma su café.
Decide armarse de valor e ir a hablarle, pero ella se levanta, toma su sombrero para así seguir con su camino y su soledad.
Mientras él suspira por no poder hacer nada, resignado, paga su café, toma las llaves y sube a su coche,
sin poder dejar de pensar en ella; la mujer que con una mirada le robó el corazón.
